Psicología en formato monumental
Arenga de Federico el Grande a sus generales antes de la Batalla de Leuthen (1859) - Adolph Menzel
A menudo, las obras inacabadas son testigos silenciosos de una tragedia: la muerte del artista o del modelo suelen ser las causas más frecuentes y drásticas. Sin embargo, los proyectos demasiado ambiciosos también resultan difíciles de completar, mientras que otros más factibles provocan frustración e infelicidad a su creador conduce a abandonarlos e incluso a vandalizarlos. Y la obra que nos ocupa marca todas las casillas, excepto las de la muerte.
El enorme lienzo trata de un episodio de la Guerra de los Siete Años (1756-1763) elevado a gesta heroica por el nacionalismo alemán/prusiano del siglo XIX: Federico el Grande tomó la imprudente decisión de entrar en el conflicto del lado de Inglaterra, por lo que se encontró prácticamente solo frente a una coalición de sus poderosos vecinos: Rusia al este, Suecia al norte, Francia al oeste y Austria al sur.
Tras una devastadora serie de victorias y derrotas, Federico se las arregló para derrotar in extremis a un enorme ejército franco-alemán en la Batalla de Rossbach el 7 de noviembre de 1757, pese a que las fuerzas enemigas superaban numéricamente a las prusianas (41.000 soldados contra 22.000).
Antes de que pudiera regociajarse por la victoria, Federico recibió un mensaje devastador: un ejército austríaco había invadido la Silesia prusiana, una provincia que el rey había arrebatado a la emperatriz María Teresa en las guerras anteriores. Su ejército estaba extenuado y de ningún modo preparado para una campaña en invierno, pero el rey decidió que era necesario plantar cara a los austríacos de inmediato.
Tras 12 días de camino a marchas forzadas, Federico y sus fuerzas llegaron a Leuthen, al oeste de Breslavia, donde se encontraron con un panorama desolador: agotados tras la larga marcha y muertos de frío, tenían enfrente una enorme fuerza austríaca que los superaba ampliamente en número hasta en 3 a 1, dependiendo de lo prusiana que sea la fuente.
Al amanecer, antes del ataque, el rey reunió a sus generales para explicarles los riesgos y la importancia de expulsar inmediatamente al invasor o perder la provincia para siempre. Mezclando la persuasión con las amenazas, Federico llegó a permitir que aquellos que no se atrevieran a seguirle abandonaran el campo de batalla inmediatamente. El cuadro representa el momento en que los oficiales, tiritando de frío (o miedo), se agrupan en torno al monarca, que está a punto de decirles algo así como: “Señores, aquí hemos venido a morir”.
Adolph Menzel, el pintor del rey
Cuando Menzel comenzó a trabajar en este cuadro en 1859, ya estaba consolidado como el «pintor de Federico el Grande» debido a sus numerosas representaciones de la vida del rey prusiano. Sin ir más lejos, su trabajo para ilustrar la Historia de Federico el Grande de Franz Kugler entre 1839 y 1842 lo convirtió en un artista de prestigio en Alemania. Para esta obra realizó 400 dibujos, en gran parte introduciendo en Alemania la técnica del grabado en madera.
En esta colección de grabados y litografías ya había tratado el tema de la arenga antes de la Batalla de Leuthen, pero como puedes ver a continuación, el rey aparece rodeado de sus generales en este momento tan dramático como quien se va de caza con sus amigotes un domingo cualquiera:
Motivación, desarrollo y desafíos del cuadro
Con el gran lienzo que nos ocupa, el objetivo de Menzel era captar la tensión psicológica y la sensación de desesperación que caracterizaban tanto el estado de ánimo de las tropas como el discurso de Federico a sus generales, en el que expresaba lo mucho que estaba en juego en la batalla que se avecinaba, diciendo esencialmente a sus hombres que debían ganar o perecer.
El proyecto de Leuthen debía ser la mayor contribución de Menzel a un conjunto de lienzo sobre la vida y milagros de Federico el Grande que Menzel llevaba ejecutando durante casi 2 décadas. Federico tocando la flauta en Sanssouci, Federico con el emperador de Austria, Federico con Voltaire en Sansouci y Federico en la Batalla de Hochkirch.
Menzel abordó el proyecto de Leuthen con gran detalle y ambición. Realizó extensos estudios preparatorios, creando numerosos bocetos y borradores de figuras individuales y grupos. Las figuras del cuadro, como los generales Zieten y Lentulus (las grandes figuras centrales con abrigos azules), fueron dibujadas con meticuloso cuidado.
El artista trató de captar no sólo su imagen, sino también el peso emocional que tenían los protagonistas de aquel momento histórico en ese instante crucial. Asimismo, la composición del cuadro pretendía transmitir la tensión caótica de la escena, con los generales hablando entre sí en susurros apresurados, inseguros del destino que iban a correr, mientras que la resuelta figura de Federico, inacabada en el centro derecha, habría anclado la composición.
Fíjate en las caras de los generales al servicio del rey. No muestran admiración, valentía y arrojo como en una representación propagandística al uso. Parece como si todos estuviesen pensando algo así como: “Este psicópata va a hacer que nos maten a todos”.
La representación del paisaje invernal es una obra maestra de la pintura, que al mismo tiempo se convierte en un espejo atmosférico de la escalofriante tensión de la situación.
La esquina superior derecha está llena de las siluetas sombrías de los soldados que esperan a recibir las órdenes de ataque. Parecen espetros y no es causalidad: muchos de ellos caerán en la carnicería que está a punto de comenzar.
Menzel comenzó a trabajar en el cuadro en 1859, pero se interrumpió en 1861 cuando recibió el encargo de realizar una pintura monumental de la coronación de Guillermo I, una tarea prioritaria desde el punto de vista político que le ocupó durante los cuatro años siguientes.
La lucha interior de Menzel
Esta interrupción tuvo un impacto duradero en la capacidad del pintor para retomar el cuadro de Leuthen, ya que nunca consiguió terminarlo. Y es que la visión artística de Menzel chocó con dificultades personales y profesionales.
Tras haber dedicado casi dos décadas a Federico el Grande, Menzel se había cansado del tema y se dirigía hacia una exploración artística más amplia de la vida contemporánea. Sus obras anteriores sobre Federico, como el paisaje de Kreuzberg o los retratos de Kriegshelden, le habían consagrado como pintor histórico preeminente. No obstante, el malogrado proyecto de Leuthen vino a simbolizar el final de su entusiasmo por la temática histórica.
La lucha de Menzel con el cuadro de Leuthen fue más allá de los desafíos técnicos. Reflejaba un conflicto más amplio en su interior sobre el papel del arte en la representación de la historia y el peso de las expectativas nacionales y reales. La ambivalencia de Menzel hacia Federico el Grande como figura histórica evolucionó con el tiempo. Aunque en un principio admiraba al rey prusiano, más tarde expresó dudas sobre sus primeras representaciones de Federico.
Criticó algunas de sus obras anteriores por no captar la profundidad intelectual y emocional de los acontecimientos históricos que retrataba. Esta insatisfacción era particularmente evidente en sus comentarios sobre su anterior pintura de Federico tocando la flauta, en la que lamentaba que el rey pareciera más un burócrata que un monarca.
El cuadro de la arenga de Leuthen se convirtió en una especie de campo de batalla artístico y emocional para Menzel. Se debatía entre su deseo de producir una obra monumental que honrara a Federico el Grande y su creciente conciencia de las limitaciones de la pintura histórica. Menzel se preguntaba si el arte podía captar realmente las complejidades de la historia, y su incapacidad para terminar el cuadro de Leuthen se convirtió en el símbolo de esta lucha interna.
Tampoco ayudaron al proceso creativo las críticas que llegaron a oídos de Menzel desde el Palacio Real de Berlín. Al rey de Prusia no le gustaba aquella representación realista de su antepasado y prefería un enfoque más tradicional y heroico para el lienzo de Menzel.
El legado del cuadro
El resultado es que el cuadro quedó incompleto, y su estado inacabado se convirtió en casi legendario en el mundo del arte. Quienes visitaban el estudio de Menzel a finales del siglo XIX veían el cuadro colgado, con visibles parches del lienzo desnudo donde aún no se habían pintado las figuras. La insatisfacción del artista con su obra era evidente; en momentos de frustración, Menzel llegó a arañar partes del cuadro, especialmente en algunos rostros de generales. Este acto de autodestrucción simbolizaba el profundo sentimiento de frustración y fracaso de Menzel a la hora de plasmar adecuadamente la escena que había imaginado.
El pintor conservó el lienzo inacabado en su estudio hasta su muerte en 1905. Sus herederos se lo regalaron al Kaiser Guillermo II, quien a su vez lo legó a la Galería Nacional, donde se expone hasta el día de hoy. Allí se admira por su ambiciosa composición y la intensidad emocional que transmite, incluso en su forma incompleta. Desde entonces, los historiadores del arte han estudiado el cuadro como un reflejo de la carrera de Menzel en general y de los retos a los que se enfrentó como artista que trabajaba bajo la presión del mecenazgo real y las expectativas nacionales.
Y es que el cuadro incompleto de Menzel forma parte de un contexto cultural y político más amplio. La carrera del pintor abarcó la unificación de Alemania y el auge del militarismo prusiano, y sus obras se utilizaron a menudo para reforzar los sentimientos nacionalistas. Sus pinturas de Federico el Grande, en particular, se asociaron con la glorificación del pasado militar de Prusia, a pesar de que el propio Menzel se mostraba cada vez más escéptico ante tales representaciones.
Conclusión
La obra de Adolph Menzel «Arenga de Federico el Grande a sus generales antes de la Batalla de Leuthen» (en alemán: Ansprache Friedrichs des Großen an seine Generale vor der Schlacht bei Leuthen) constituye una exploración profunda, aunque incompleta, de las complejidades de la pintura histórica. La obra refleja la habilidad técnica y la profunda percepción psicológica de Menzel, pero también su creciente desilusión con este género y sus limitaciones. El estado inacabado del cuadro, con sus lagunas y visibles signos de la frustración del artista, se suma a su misticismo, convirtiéndolo en una de las obras más enigmáticas de la carrera de Menzel. Simboliza los retos a los que se enfrenta un artista que trata de equilibrar la expresión personal con las exigencias de la historia nacional y el mecenazgo real, y en última instancia sirve como testimonio de la evolución de la visión de Menzel sobre el arte y la historia.
Igual a estas alturas te estás preguntando qué pasó en la Batalla de Leuthen tras aquella arenga. Contra todo pronóstico, Federico el Grande logró derrotar a un ejército mucho más grande que el suyo gracias a su habilidad táctica, el uso innovador del terreno y la disciplina de sus tropas. A pesar de estar en clara desventaja numérica, Federico empleó una maniobra envolvente conocida como "orden oblicua", que le permitió concentrar sus fuerzas en un solo flanco del enemigo, en lugar de atacar de frente. Disfrazó el movimiento con maniobras distractoras, lo que desorientó a los austriacos y los tomó por sorpresa. Además, aprovechó el conocimiento detallado del terreno, utilizando las colinas y bosques para ocultar sus tropas y ganar ventaja estratégica. La rapidez y flexibilidad de sus maniobras, junto con la capacidad de sus tropas para responder rápidamente a sus órdenes, le permitieron derrotar a un ejército mucho mayor y consolidar su reputación como uno de los más grandes comandantes militares de la historia.
Bibliografía/para saber más
Claude Keisch. Adolph Menzels "Ansprache Friedrichs des Großen an seine Generale vor der Schlacht bei Leuthen". Vermutungen über ein unvollendetes Meisterwerk. Forschungen und Berichte. Bd. 26 (1987), pp. 259-282 (24 páginas). Staatliche Museen zu Berlin -- Preußischer Kulturbesitz
Frederick the Great and his Marshals before the Battle of Leuthen