Una mujer de mala vida al margen de la sociedad. Un objeto de placer para usar y tirar. Pero, mira por dónde, era un ser humano. Y tenía corazón...
Vamos a ver sus secretos
Mientras realiza una autopsia, un anciano forense contempla pensativo el corazón que acaba de extraer al cadáver de una mujer joven sobre la mesa.
El pintor experimenta con la arriesgada disposición perpendicular del cadáver hacia la pared del fondo, un recurso pictórico llamado escorzo que ayuda a crear una ilusión de profundidad en el cuadro a los ojos del espectador.
El estudio anatómico del cuerpo y los cabellos es impecable.
Fíjate en cómo el brazo desmayado del cadáver rompe la horizontalidad de la composición.




A propósito del brazo desmayado: es un recurso formal para indicar la muerte, muy característico en la iconografía religiosa como descendimientos o piedades y, por ejemplo, reinterpretado por David en “La muerte de Marat”.
El artista se recrea en los brillantes colores y las transparencias de las botellas de formol y otras botellas que hay en la ventana, insertando un minibodegón dentro del propio cuadro y rompiendo la monotonía cromática de las tonalidades empleadas en el resto de la pintura.
La atmósfera del cuadro está llena de contrastes.
Como el del viejo médico forense y la bella joven que yace sobre la fría mesa de autopsias.
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