Uno de los cuadros más dramáticos y sobrecogedores de la pintura histórica española esconde una clase magistral de liderazgo medieval que sigue aplicándose hoy día en ámbitos como la política y el mundo empresarial.
Vamos a ver sus secretos
El lienzo recrea el momento en el que el rey Ramiro II de Aragón muestra a los notables de su reino las cabezas cortadas de los nobles que habían osado desafiar su autoridad.
La arquitectura monumental de la estancia y los tonos grisáceos de la piedra subrayan magistralmente el carácter tétrico y el ambiente lóbrego de la escena, sobrecogiendo aún más al espectador.
La columna adosada con una argolla de hierro en el centro geométrico del cuadro divide la escena con gran eficacia en dos espacios a la derecha e izquierda iluminados de forma muy diferente para potenciar el efecto dramático del cuadro.
A la izquierda del cuadro, en la parte más oscura, aparece representado el rey Ramiro II de Aragón, ricamente vestido. Lleva un birrete morado con adornos dorados y sujeta con su mano izquierda un perro negro de aspecto amenazador.
Con la mano derecha señala las doce cabezas cercenadas y dispuestas en forma de campana, con la cabeza del obispo de Jaca haciendo las veces de badajo colgada de una cuerda.
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